EL DÍA DE LA CANCIÓN CRIOLLA (¿Hasta cuándo?)
La tradicional música limeña y de la costa peruana reconocida como Criolla fue oficializada como la representante de la Música Peruana en 1944. Habían pasado muchos años de ser la canción y los bailes de los barrios populares y de los bardos del pueblo que para su sobrevicencia tuvo que competir con los ritmos extranjeros que propalaba la radio. La pelea de fondo estaba ganada porque esta música se convirtió en una de las expresiones de la identidad costeña y limeña -principalmente- identificada con ese nombre, que se forja durante la República ya entrada la modernidad.
Son los años del gobierno del último representante directo de la vieja aristocracia que fuera un presidente de la república, era la época de gloria del llamado “Imperio Prado”. Son los años de la II Guerra Mundial. Prado llega a la presidencia en medio de acusaciones de fraude: Es el candidato del presidente Oscar R. Benavides; los personeros de su oponente José Quesada son impedidos en todo el país de custodiar las ánforas; el diario “La Prensa” que adquirió Quesada previamente para las elecciones fue clausurado; el Apra fue proscrita y Luis A. Flores (de la fascista Unión Revolucionaria), desterrado. Esto último no solo porque apoyaba a Quesada si no por su abierto franquismo alineado al III Reich. Como muestra de las incongruencias de la política “criolla”, el Partido Comunista dio su apoyo a Prado siguiendo las instrucciones de Moscú de apoyar a los gobiernos antifascistas, aberrantemente llegaron a llamarle el “Stalin Peruano”.
El arraigo de la música criolla toca las puertas de los sectores medios y altos de la sociedad limeña y Don Manuel en un arrebato de emoción nacionalista decide reconocerla creando el Día de la Canción Criolla con un día de celebración especial para ella. Muy políticamente se decidió celebrarlo el mismo día de la primera salida del Señor de los Milagros, es decir el 18 de octubre, pero esta idea no fue apropiada y la cambiaron para el 31, de manera tal que el 1° de noviembre sirviera para hacer una romería y rendir homenaje a los músicos y compositores de la guardia vieja que habían fallecido. Nos podemos imaginar la algarabía que significó para los limeños la primera gran jarana pública realizada ese 31 de octubre de 1944 en la plaza “Buenos Aires” en los Barrios Altos. Tenían el orgullo de que su música había sido reconocida como la Música Nacional.
Eran pues los días en que más que hoy Lima era claramente el Perú y el gobierno de la clase dominante criolla limeña así lo hacía sentir y saber frente a las corrientes indigenistas y socialistas que había impulsado José Carlos Mariátegui. Los indígenas, los serranos, no eran parte del mundo oficial, así había sido durante toda la república y en la llamada República Aristocrática con la existencia del Gamonalismo no tendría por qué ser diferente. La Amazonía no dejaba de ser el territorio solo conocido por los aventureros, y aparte del caucho no había nada importante, ni menos gente, ni cultura que reconocer.
Este reconocimiento oficial de lo criollo en términos culturales no significó por otro lado ningún reconocimiento dentro de lo social para los cholos y negros cultores de la música tradicional limeña. El racismo y la discriminación social continuaron como rasgos esenciales en la identidad de la aristocracia.
La oligarquía de hoy ha asumido como suyas expresiones culturales reconocidas como criollas: El Vals, la Marinera, el Pisco y los Caballos de Paso, en plan de "Chalán hacendado" , pero le sigue siendo ajeno y distante el mundo cultural andino y amazónico. El racismo y la discriminación no solo siguen siendo parte de la herencia aristocrática si no que se han fortalecido y expandido en todos los sectores de la sociedad, principalmente en los medios de comunicación.
Si bien es cierto hoy vivimos en una restauración oligárquica con los mismos prejuicios y limitaciones para comprender al Perú, como la que existía antes de la Reforma Agraria, nuestro país ya no es el mismo que el de hace 69 años, ni mucho menos la ciudad de Lima, por lo tanto, seguir celebrando “El Día de la Canción Criolla” como la Fiesta Nacional resulta francamente ya anacrónico, y esta vieja celebración tendría que adecuarse a los tiempos en que vivimos y debería transformarse al igual que la misma ciudad de Lima y como el mismo país y debería ser EL DÍA DE LA MÚSICA PERUANA y reconocer a todos los géneros musicales nacionales como parte de esta celebración. Así el criollismo no estaría solo y los ritmos andinos y selváticos tradicionales estarían también acompañados del rock peruano, la música clásica de autores nacionales, la salsa, la cumbia en todas sus variantes, y así todos los ritmos de nuestra diversidad cultural serían parte de esta fiesta nacional y en todas las emisoras de radio -sin perder su identidad respecto al tipo de música que difunden- se escucharía música de peruanos y/o por peruanos. De esta manera se manejaría mejor el conflicto generado con la irrupción de la fiesta anglosajona -de origen celta- del Halloween.
DÍA DE LA MÚSICA CRIOLLA versus HALLOWEEN
El Halloween es la fiesta de las “brujas” o de los “difuntos” y es la previa a la católica de “Todos los Santos”. Esta celebración ha prendido en nuestra sociedad porque la nuestra es también una cultura de “brujas”, “aparecidos” y de muertos a quienes celebrar con música y baile en su aniversario.
Por otro lado, la deficiencia en nuestro sistema educativo con las ridículamente llamadas “Miss” a cargo de los nidos escolares y el afán de las emotivas madres por disfrazar a sus hijos, ha educado a una generación de peruanos en celebrar la fiesta foránea con calco y copia de la original en desmedro de la celebración musical nacional.
También ha atentado contra la fiesta criolla el interés de los grandes almacenes -algunos extranjeros- y del mercado en general.
NO MÁS VERSUS
La solución al conflicto de la tradición versus la fiesta foránea se solucionaría peruanizando la fiesta, celebrándola con música peruana de cualquiera de los géneros que guste la gente. Y si se añade a ello la adaptación de los disfraces de la muerte a las imágenes de nuestras tradiciones se habría dado un paso más. La solución al conflicto está en nuestras manos, pero primero hagamos de manera realista y oficial:
¡31 DE OCTUBRE, FIESTA NACIONAL con el DÍA DE LA MÚSICA PERUANA!